No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana
HOMERO (65-8 A.C)
En días recientes escuche de boca de un comentarista televisivo, la alusión burlona que hacía de que en un evento oficial el presidente de la república se había vestido de Huichol, con la indumentaria típica de manta, su colorido sombrero y sus magníficos bordados, pero había omitido el “pequeño detalle” de estar portando unos zapatos de cerca de diez mil dólares de precio, ello en un evento en el que oficialmente se declaraba a favor de los desposeídos y en el cual se promocionaba su lucha en contra de la pobreza…. Paradójico, por decir lo menos, de acuerdo al citado comentarista…
Esta anécdota me da la oportunidad de reflexionar sobre el fondo del comentario vertido, un asunto de verdadera importancia social, puesto que lo social, es mi convicción íntima, se teje desde la persona, el asunto al que me refiero particularmente es la Empatía.
De acuerdo con el comentario vertido, el gesto inusual del presidente lo que mostraba era que no se le creyó verdaderamente capaz de sentir lo que un pobre o desposeído puede experimentar y por añadidura no podría hablar por ellos y mucho menos preocuparse de sus necesidades, en virtud de que “sus zapatos eran otros, muy diversos” y bueno, la empatía es justamente eso, nuestra capacidad de colocarnos literalmente “en los zapatos del otro” para poder vivenciar de manera sincera sus problemas, emociones y vivencias, solidarizándonos de una forma genuina con su dolor, si lo hubiera.
Somos empáticos con un familiar, de una manera relativamente sencilla; con un amigo, tal vez con más facilidad dada la naturaleza de la relación – elegida y cultivada – pero ciertamente se requiere de un esfuerzo mayor para ser empáticos con un desconocido o con alguien lejano a nuestra propia circunstancia.
Este asunto no es menor, pues su ausencia o su presencia le da a nuestras relaciones humanas una connotación diversa: construyendo, como afirmo líneas arriba, una vida diferente para nosotros, nuestros familiares y nuestro entorno.
Ejemplos paradigmáticos los encontramos en personajes históricamente reconocidos, el primero que viene a mi mente es la siempre entrañable Madre Teresa de Calcuta, una mujer de la que lo que predominantemente se recuerda es ese inmenso nivel de empatía y de solidaridad con los “pobres entre los pobres” pocos ejemplos podremos encontrar, sin duda de personas que lleven este valor a niveles como los que esta monja pudo poner en práctica, dando ejemplo de vida a todos los que fueron tocados por ella. ¿Que si la empatía tiene que ver con el amor?… Indudablemente, es una consecuencia llana. Pues para poder amar a otra persona es imprescindible vivenciarla y la única manera de que esto ocurra es “sentirla”, por ello las mejores poesías amorosas siempre hacen alusión al amante como una parte íntima de sí mismo.
En un mundo que clama por paz, por armonía, por bondad, el cultivo de esta sana virtud se antoja urgente.
Que distinto sería nuestro mundo si todos nos acostumbráramos a ser más empáticos mutuamente, si paso a paso fuéramos construyendo relaciones más amorosas, más tolerantes, más dulces, más amigables. Habría menos odio, menos crimen, menos roces, menos violencia, menos amargura, menos dolor… menos pena que nos carcomiera el alma…Las parejas podrían comprender mejor el humor alterado de su compañero o compañera, los jefes los yerros de sus subalternos, los amigos las diferencias mutuas, los vecinos las actividades cotidianas, los viajeros ocasionales las condiciones físicas del entorno y todos, unos a otros, nos podríamos brindar sonrisas, en lugar de malas caras, apoyo en lugar de agresiones, amabilidad en lugar de ofensas, todos podríamos construir, de manera colectiva un mundo diferente, un mundo como el que todos deseamos. Haciendo eco de las palabras de la Madre teresa ojalá pudiéramos “amar hasta que duela”…y bueno, todo por unos zapatos…
“Carpe Diem”
Fuente del significado de carpe diem: http://www.erroreshistoricos.com/curiosidades-historicas/origen/343-origen-significado-y-traduccion-de-carpe-diem.html
dehumin@gmail.com
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